Javier Milei es el único jefe de Estado de Occidente junto a
Nayib Bukele que no se llama "presidente" en la biografía en
las redes. El salvadoreño se pone "Philosopher King", un
concepto platónico. Milei se pone simplemente "economista".
Una delgada línea roja parece unirlos: la construcción del
personaje parece por momentos situarse por encima que el rol
de Presidente. Los dos aterrizaron en la política luego de
convertirse en fenómenos de redes.
En el fin de semana histriónico en España, Milei confesó que
lo que lo desvela no es la presidencia sino "la causa de la
libertad" y la batalla cultural, que dijo que es "un
compromiso inalienable", aún en el caso que le cueste al
país que le toca gobernar un conflicto diplomático con un
país amigo como España.
"Me dicen: Pero usted ahora es un jefe de Estado, como va a
estar haciendo estos comentarios, como va a hablar así de
sus adversarios políticos, como va a hablar así de otros
mandatarios internacionales. Yo les digo que la batalla
cultural no es algo que uno toma o abandona según
conveniencia", afirmó Milei en el acto de Vox, dejando en
evidencia que tiene clarísimo el efecto institucional que
causan sus ataques retóricos a otros presidentes.
"En todo caso ahora que soy presidente mi responsabilidad
por librar la batalla cultural es aún mucho mayor, porque lo
que hago y digo tiene un efecto más grande", agregó,
revelando por primera vez que su rol como profeta global
libertario está por encima de la Presidencia. Una
preferencia que la población empieza a percibir como reveló
une encuesta de Zubán Córdoba conocida este lunes (ver
infografía).
El analista y politólogo Marcos Novaro dijo en diálogo con
LPO que a Milei "no le interesa ser presidente, le interesa
ser un ideólogo global, un influencer, un standapero". Por
eso, para Novaro, Milei cree que saca provecho con
escándalos inéditos como
el que desató con
Pedro Sánchez "porque se consagra con lo que sueña con ser,
que es un ideólogo global".
Es decir que por más problemas domésticos que le pueda traer
su actitud explosiva, como puede ser la de ahuyentar
inversiones, Milei cree que está peleando la batalla
cultural en el mundo, que es mucho más que un mandato
gubernamental en un país.
Con 7 viajes al exterior y sólo 3 al interior del país en su
primer semestre como presidente, Milei confirma que está más
atento al cambio cultural global que a la gestión. Se trata
por otro lado, un reflejo común a los economistas
libertarios que abrazan su profesión con una fe casi
religiosa. "Secta racional", tildaron en los círculos
académicos de Estados Unidos a la Escuela de Chicago, una de
las ramas del monetarismo que sigue Milei.
"La gestión es compleja, trabajosa, lo aburre, lo irrita",
dice Novaro. Muestra de eso es que Milei faltó a las últimas
reuniones de gabinete, se desentendió de la negociación por
la ley ómnibus y redujo a un acto tradicionalista el pacto
de mayo rimbombante que había anunciado él mismo en la
asamblea legislativa. "La gestión se la deja a Mondino, a
Francos, que son los que tienen que remarla todos los días,
entonces él hace desaguisados que después tendrán que ir a
arreglar", explica Novaro.
Milei se dice discípulo de la escuela austríaca aunque sigue
dogmáticamente los conceptos de la versión actualizada que
la escuela de Chicago aplicó en el Chile de Pinochet, tanto
la terapia de shock con recortes en el gasto social, la
desregulación y las privatizaciones, como el ataque violento
al adversario para dejarlo sin reacción ni defensa. También
el desprecio por los políticos y su tipificación como casta
es un clásico de los seguidores de Milton Friedman. Pero
como pocos, Milei logró meter esas categorías en la cultura
popular.
Esto se ve a diario con el uso que hace Milei de las redes
y, especialmente, en su cruzada contra los economistas que
no lo aplauden. Las imitaciones que hizo en las últimas
semanas de Carlos Melconian y
Miguel Ángel Broda son un ejemplo.
Pero sin embargo, hasta aquí Milei también ha sabido
combinar su dogmatismo libertario, con inesperadas dosis
de pragmatismo. Alejandro Vanoli, ex titular del Banco
Central, dijo a LPO que "Milei es estratégica y
conceptualmente dogmático y tácticamente pragmático".
"Su norte no lo negocia, aunque en el corto y mediano plazo
pueda tácticamente hacer algunas concesiones", dijo el
economista. "Cuando él habla de reforma de segunda
generación y tercera quiere consolidar el poder, tener más
legisladores en la elección del año que viene para ir por
todo y generar esa reconversión de la Argentina sobre la
base del ideal libertario", dijo Vanoli.
Novaro también se refiere al dogmatismo de Milei. "Esto va a
durar y es un momento preocupante, se entiende que va a
seguir así porque Milei no va a cambiar. No es que va a
sacrificar sus prioridades, todo lo lleva a pensar que él
está teniendo éxito, que él logra su cometido. Está re
feliz, no lo van a sacar de ese juego, no lo va a
abandonar", concluyó.
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