“En un primer momento sentí
mucha sorpresa y algo de incredulidad. Habíamos
estado trabajando durante años en la diversidad y
ecología de los mosquitos en este municipio y jamás
habíamos detectado esta especie”. El entomólogo
Pedro M. Alarcón-Elbal realizó este hallazgo
inesperado en República Dominicana.
El científico español, experto en enfermedades
transmitidas por vectores, es profesor de Medicina
Tropical y Salud Global en la Universidad
Iberoamericana (UNIBE) en Santo Domingo. Lo que
Alarcón-Elbal y sus colegas encontraron en octubre
de 2019 fue el mosquito Aedes
vittatus,
conocido en otras regiones del planeta pero no
registrado en el continente americano.
Estudios científicos en los últimos cuatro meses
detallaron el descubrimiento
en territorio dominicano, así como otro
hallazgo realizado por científicos estadounidenses
en la Base Naval de Guantánamo en Cuba. La presencia
de Aedes vittatus en América despertó alarma en los
investigadores.
“Aunque la capacidad vectorial del Ae.
vittatus no está estudiada en profundidad, se
sabe que dentro de su área de distribución nativa
desempeña un papel importante en el mantenimiento y transmisión
de diversos virus como el de la fiebre amarilla, el
dengue, el chikungunya y el Zika”, explicó
Alarcón-Elbal.
Monitorear el impacto de mosquitos como Ae.
vittatus es esencial. Alrededor
de 700 millones de personas en el mundo contraen
cada año patologías transmitidas por mosquitos, y
esas enfermedades causan anualmente cerca de un
millón de muertes, según el Programa
Mundial de Mosquitos, una iniciativa global
En BBC Mundo se reseñaron los primeros hallazgos
del Ae.
vittatus en América, sus implicaciones para la
salud, y la principal hipótesis sobre un gran
misterio: ¿cómo llegó este mosquito al continente
americano?
Esta especie vive tanto en sitios silvestres como en
entornos domésticos en África,
Asia tropical y Europa meridional, donde se
alimenta de seres humanos y otros vertebrados, según
explicó Alarcón-Elbal.
“El mosquito muestra preferencia por reproducirse en
reservorios naturales como pozos, agujeros de
árboles, troncos de bambú o pisadas de animales,
aunque demuestra una considerable plasticidad
ecológica que le permite también explotar una amplia
gama de contenedores artificiales más propios del
entorno doméstico, como botes, cubos, latas o
neumáticos usados, entre otros”.
Uno de los países donde el mosquito está presente
desde hace décadas es España, donde se ha
reportado la presencia de la especie en 11
provincias pertenecientes a las comunidades
autónomas de Cataluña, Comunidad Valenciana,
Castilla y León, Castilla-La Mancha, Extremadura y
Andalucía, señaló el científico
“El Aedes
vitttatus se encuentra bien distribuido por
diversos países europeos de la cuenca mediterránea,
por lo que es una especie que probablemente lleve
toda la vida entre nosotros. Sin embargo, se
considera que la especie tiene un bajo riesgo de
transmisión de enfermedades en España dado que estos
virus no se encuentran de forma autóctona en el
territorio. Pero no debe subestimarse el riesgo y
son necesarios más estudios que permitan conocer de
forma más precisa diferentes aspectos, como su
distribución y comportamiento”.
La detección en territorio dominicano ocurrió en Jarabacoa, un
municipio montañoso ubicado en el centro del país.
“Fue algo totalmente inesperado. Nos encontrábamos
realizando una inspección rutinaria de sitios de
cría de mosquitos en una casa de Jarabacoa cuando
advertimos la presencia de unas hembras
adultas que trataban de picarnos de forma insistente”,
relató Alarcón-Elbal.
“Capturamos algunos individuos con un aspirador
entomológico mientras trataban de picarnos y después
los observamos con un estereomicroscopio, que es
algo que hacemos de forma habitual. En un primer
momento nos desconcertó lo que vimos, porque no
correspondía a ninguna de las especies que tenemos
catalogadas en el municipio”.
Los adultos de esta especie tienen un patrón de
escamas característico a nivel del tórax que los
hace fácilmente distinguibles del resto de especies
de mosquitos, explicó Alarcón-Elbal. “Los adultos
de Ae.
vittatus tienen un
tórax oscuro sobre el que resaltan seis topos o
manchas blancas circulares que le dan un aspecto
moteado que, junto con otras
características morfológicas menos aparentes, nos
llevaron a la confirmación morfológica de la
especie. Más tarde, además, esta identificación fue
reconfirmada por técnicas moleculares”.
A pesar de la incredulidad inicial del científico
los resultados fueron claros. “El hallazgo inicial y
el posterior estudio sistemático no
arrojaban lugar a dudas: habíamos detectado por
primera vez la presencia de esta especie no solo en
República Dominicana, sino en las Américas. Sentí
una mezcla de satisfacción por la gran importancia
del hallazgo en sí y al mismo tiempo preocupación
por las repercusiones sanitarias que se pueden
derivar de la presencia de este mosquito en el
futuro”.
El primer estudio que confirmó la presencia de Ae.
vittatus en América fue publicado por Alarcón-Elbal
y sus colegas en agosto del año pasado. Científicos
estadounidenses publicaron por su parte un estudio
este año, en el que detallan un hallazgo
de Ae.
vittatus en
la Base Naval de Guantánamo en junio de 2019, antes
incluso de la detección de octubre en República
Dominicana.
“Esto es algo muy habitual en ciencia. Al parecer,
los compañeros entomólogos de la Base Naval de
Guantánamo habían detectado esta especie unos meses
antes de que nosotros lo hiciéramos en República
Dominicana. Sin embargo, nosotros publicamos las
secuencias genéticas y el artículo en el que
mostramos a la comunidad científica los pormenores
de nuestra investigación varios meses antes que
ellos (y por supuesto, totalmente ajenos a su
descubrimiento)”.
“Pero más allá de quién encontrara antes al mosquito
o quién publicara el hallazgo con mayor premura, lo
importante es que ambos grupos detectamos la
presencia de una especie exótica en dos países
vecinos del Caribe casi simultáneamente, y no
precisamente de una especie cualquiera, sino de una
que tiene
la potencialidad de cambiar el panorama
epidemiológico de ciertas enfermedades, como el
dengue, en un futuro cercano”.
El hallazgo en la Base Naval de Guantánamo fue
realizado por el entomólogo Benedict Pagac, del
programa de biovigilancia del ejército de Estados
Unidos. Los militares estadounidense tienen una
larga tradición en investigación sobre mosquitos. “Más
soldados murieron en la guerra de Vietnam por
enfermedades transmitidas por mosquitos que por
balas o combates”, afirmó la científica
Yvonne Linton al periodista Jacob Kushner para una
nota de BBC Future.
Linton es experta en vectores de la Unidad de
Biosistemática Walter Reed (Walter
Reed Biosystematics Unit), una colaboración
entre el Ejército estadounidense y el Instituto
Smithsoniano-Museo Nacional de Historia Natural en
Washington.
Linton identifica los mosquitos hallados y evalúa
los riesgos que representan para los soldados
estadounidenses. “Sabía que el hallazgo del Ae.
vittatus no era algo bueno”, afirmó Linton a
BBC Future. “Sabía que era invasivo y que es
un vector muy eficaz del dengue, el chikungunya, el
zika y la fiebre amarilla”.
“Esta es una de las primeras preguntas que nos
hicimos”, señaló Alarcón-Elbal a BBC Mundo. El
científico y sus colegas sospechan que el
comercio de neumáticos usados pudo ser la puerta de
entrada. “Muchas especies pertenecientes al
género Aedes utilizan estos neumáticos para poner
sus huevos, pues les proporcionan un lugar en donde
el agua se acumula de manera recurrente y donde los
adultos se ven protegidos del medio ambiente y de la
insolación directa”.
Los huevos tienen la capacidad de resistir la
desecación durante periodos prolongados de tiempo (incluso
de meses), explicó Alarcón-Elbal. “De hecho, desde
mediados de la década de los 80 se ha estudiado la
importancia del comercio de neumáticos en la
dispersión de ciertas especies de mosquitos, como
el Aedes
albopictus”.
El Aedes
albopictus, el mosquito tigre asiático, era un
vector conocido de dengue, fiebre amarilla y
chikungunya en el sudeste asiático. A fines de los
70, algunos huevos de esta especie fueron
transportados a Albania en un envío de neumáticos
usados. Y desde ahí el mosquito se expandió por
Europa y hacia otras regiones del mundo.
Alarcón-Elbal cree que algo similar puede haber
ocurrido con el Ae.
vittatus. “Creemos que el comercio de
neumáticos usados ha podido ser nuevamente el medio
por el cual este mosquito se ha introducido en las
Américas. Es decir, a
través de la importación de neumáticos usados con
huevos de Aedes vittatus que posteriormente han
eclosionado en el lugar de destino de dicha
mercancía, como consecuencia de haberse
almacenado a la intemperie y haberse rehidratado con
posterioridad con agua de lluvia”.
El estudio genético de los ejemplares hallados en
República Dominicana y su posterior comparación con
otros estudios genéticos realizados sobre esta misma
especie permitió a los científicos determinar que
los mosquitos hallados proceden
probablemente de India.
“Si el Ae.
vittatus está en República Dominicana,
definitivamente está en Haití”, afirmó Linton a BBC
Future. “Asumimos que también está en Jamaica,
Puerto Rico y podría estar ya en Florida”, agregó.
Para Alarcón-Elbal “no cabe duda de que las
condiciones ambientales y climáticas son favorables
para el establecimiento de esta especie exótica en
otros países del Caribe insular, e incluso otros
países americanos”.
“Es más, junto con unos colegas cubanos acabamos
de detectar a la especie también en la región
centro-oriental de Cuba, en la provincia de
Camagüey, a casi 400 km de la Base Naval de
Guantánamo. Tenemos muchas preguntas a las
que necesitamos dar respuesta acerca de este
mosquito, y trabajar hombro con hombro con los
entomólogos cubanos será de gran ayuda dada su gran
experiencia en los campos de la entomología médica y
las enfermedades transmitidas por vectores”.
El cambio
climático, al causar inviernos menos
prolongados e intensos, también puede ayudar en la
dispersión de muchas especies de mosquitos desde
zonas cálidas hasta latitudes elevadas. “Un buen
ejemplo de ello es el establecimiento de la especie Aedes
albopictus en algunos países de Europa Central,
donde los inviernos son muchísimo más fríos que en
los países de la cuenca mediterránea”.
Para combatir a los mosquitos suelen utilizarse
medidas como rociar
productos químicos o vaciar
recipientes con agua estancada. La biovigilancia puede
ayudar a limitar la propagación de vectores, que
puede ocurrir muy velozmente, tal como sucedió en
2013 durante el brote en Latinoamérica de
chikungunya, una enfermedad viral transmitida por
mosquitos que causa fiebre y dolor en las
articulaciones.
En diciembre de 2013 se identificó el primer caso de
transmisión local de chikungunya en el continente
americano, en el Caribe. Para agosto de 2014 la
Organización Panamericana de la Salud informó de más
de 600.000 casos en cerca de 30 países de la región.
Para Alarcón-Elbal, el hallazgo del Ae.
vittatus en el continente americano “tiene
implicaciones significativas para el ecosistema y la
salud humana, en este último caso si se comprueba su
capacidad para transmitir patógenos en el Caribe”.
“Sin duda, esta
introducción puede representar un cambio en el
escenario epidemiológico de enfermedades endémicas
como el dengue, añadiendo, si cabe, un
grado más de complejidad en su control”
El incremento del movimiento de personas y
mercancías ha facilitado la propagación geográfica
de patógenos y de vectores en las últimas décadas.
“Este será un problema recurrente en el futuro.
Tanto así que considero que no hace falta irse al
futuro, sino echar un vistazo a esta gravísima
situación en la que vivimos desde hace algo más de
un año con la actual pandemia”.
El científico asegura que es esencial adoptar una
estrategia “One Health” o “Una Salud”, en la que trabajen
juntos expertos en salud animal y salud humana.
“Ha llegado el momento de que se incluya a los
entomólogos médico-veterinarios (o entomólogos “One
Health”) en los equipos de medicina preventiva de
los países del Caribe insular”, afirmó Alarcón-Elbal
a BBC Mundo.
“El costo de la prevención de las enfermedades
vectoriales suele ser menor que el costo del control
después del inicio de una epidemia. Si
queremos tener las herramientas y el equipo humano
adecuado para hacer frente a este tipo de
problemáticas en el futuro, la inversión en ciencia,
investigación y educación superior debe
incrementarse de forma urgente. Si no, solo
llegaremos a tiempo para lamentarnos”.
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