El Covid-19 no da tregua en la ciudad
amazónica de Manaos, donde decenas de pacientes
fallecieron por la falta de oxígeno en los
hospitales públicos. Hasta hoy, no ha sido posible
restablecer el suministro de oxígeno para satisfacer
esta demanda que crece cada día. Solo en enero, el
número de muertes por coronavirus aumentó un
630%, duplicando la media de mayo, el mes más letal
de 2020. En la primera semana de febrero, el Estado
de Amazonas registró 886 muertes y más de 15.000
nuevos casos. Además, cerca de 500 pacientes esperan
una plaza en una Unidad de Cuidados Intensivos.
Para paliar el colapso sanitario,
desde el 15 de enero, al menos 529 personas han sido
trasladadas a hospitales de otros Estados federados.
Sin embargo, la emergencia causada por la segunda
ola de la pandemia no parece mejorar.
En el intento desesperado de salvar a
sus familiares enfermos, decenas de personas optan
por comprar oxígeno a una empresa privada de Manaos.
Su única alternativa es cuidar de sus allegados en
sus propios domicilios. Es el caso de Davi Avelino
Leal, profesor de Historia Indígena. “Tuve que
correr debajo de la lluvia con el cilindro de
oxígeno. Está siendo una experiencia devastadora y,
al mismo tiempo, veo la solidaridad de las personas.
Son muchos los que intentan ayudar”, cuenta frente a
la fábrica.
Davi ha montado una UCI en casa de su
padre enfermo de 75 años. Este profesor de 40 años
se ocupa de él día y noche, armado de un oxímetro y
de la bombona de oxígeno para los momentos más
críticos. Es un gasto que no todas las familias
pueden realizar, pues en el Estado de Amazonas, más
de la mitad de la población vive por debajo del
umbral de la pobreza.
El Ministerio de Sanidad estima que
Manaos superará las 100 muertes diarias, si no se
trasladan de inmediato a 1.500 pacientes hacia otros
Estados de Brasil. “El sistema público de salud no
se preparó para esta segunda ola. El Gobierno local
es incompetente e irresponsable, falta transparencia
e incluso hubo corrupción”, señala Mário Viana,
presidente del Sindicato de Médicos de Manaos.
De hecho, la Policía Federal ha
abierto una investigación para comprobar si el
ministro de Sanidad, Eduardo Pazuello, contribuyó a
empeorar el número de víctimas mortales en el
Amazonas. Además, un grupo de médicos e
investigadores ha presentado una petición de 'impeachment'
en la Cámara de los Diputados contra el presidente
Jair Bolsonaro. Según este colectivo, Bolsonaro
cometió crímenes de responsabilidad en la gestión de
la pandemia de Covid-19, como minimizar la gravedad
del virus llamándolo “gripecita” o negarse a usar el
tapabocas.
La mutación brasileña del virus,
presente en el 91% de los casos detectados en el
Amazonas, ha empeorado sensiblemente este escenario.
“La nueva variante no es más virulenta, y no causa
casos más graves o más muertes. Pero es más
transmisible, incluso entre la población más joven”,
explica Margareth Dalcolmo, investigadora de la
Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz) y una de las voces
científicas más respetadas de Brasil.
Esta neumóloga confirma que la nueva
variante amazónica ya se ha diseminado por el
territorio brasileño y puede causar un aumento
significativo de los contagios. Sin embargo,
descarta que una crisis del oxígeno como la de
Manaos pueda repetirse en otras ciudades. Según
ella, solo la vacunación puede revertir esta
situación.
“Deberíamos estar vacunando cerca de
un millón de personas por día y en Brasil tenemos
capacidad para hacerlo. Pero precisaríamos tener más
vacunas. Tenemos una cantidad muy pequeña que solo
cubre a los profesionales sanitarios y a una parte
de las personas por encima de una determinada edad”,
asegura Dalcolmo. El Instituto Oswaldo Cruz
comenzará a producir las vacunas en su laboratorio
de Río de Janeiro, una vez que se realice la
esperada transferencia de tecnología
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