El secretismo que rodeó a los ensayos clínicos y
la "precipitación" que criticó parte de la
comunidad científica no inspiraban mucha
confianza, ni siquiera en los propios rusos.
Hoy, a tres meses de aquel anuncio, las cosas
parecen haber cambiado en gran medida.
De a poco los rusos comienzan a confiar en su
vacuna y recientemente su eficacia fue
respaldada por la prestigiosa revista médica
británica The Lancet
Muchos países, en especial en América Latina, tocan
las puertas de Rusia para negociar dosis de su
prometedor compuesto, y Rusia
no ha tardado en responder y ofrecer su apoyo.
Hasta en Europa ha habido interés por Sputnik.
Josep Borrell, alto representante de Política
Exterior y Seguridad de la UE, aseguró
recientemente que la aprobación para su uso de
la vacuna por parte de la Agencia Europa del
Medicamento -en fase aun preliminar- "sería una
buena noticia, porque como saben nos
enfrentamos a una escasez de vacunas".
Expertos consultados por BBC Mundo aseguran que
el éxito de esta vacuna, producida con fondos
estatales, resultará en un golpe de imagen
positivo y un instrumento geopolítico importante
para Rusia en los países de menos recursos.
Pero, ¿cómo evolucionó el escenario en solo unos
meses?
Desarrollo "demasiado rápido"
En agosto de 2020 Rusia anunció que el Instituto
estatal Gamaleya estaba desarrollando una vacuna
contra el coronavirus.
La televisión, también estatal, presentó este
hecho como una prueba del liderazgo científico
del país, igual que cuando se anunció el
lanzamiento del primer satélite hecho por el
hombre hace 60 años.
¿El nombre de ese satélite? Sí, el mismo que la
vacuna: Sputnik.
Este compuesto utiliza la técnica del vector
viral, inyectándose un virus diferente y menos
dañino con genes de la proteína espiga del
coronavirus para crear una respuesta
inmunitaria.
A pesar de los anuncios con bombo y platillo de
que la vacuna era tan eficaz como las
estadounidenses Pfizer y Moderna, ambas con
porcentajes de protección superior al 90%, los
rusos no acudieron de inmediato cuando
arrancó la vacunación en masa en diciembre.
Dice Oleg Boldyrev, periodista del servicio ruso
de la BBC en Moscú, que al comienzo de la
campaña había mucho escepticismo por la forma
tan rápida en que se había creado la vacuna.
"Muchos rusos estaban desconfiados por la
naturaleza opaca de su registro y el entusiasmo
excesivo de los funcionarios de gobierno. El
presidente Vladímir Putin tampoco se había
vacunado. Nada de esto ayudaba a crear
confianza", reporta Boldyrev.
Recuperación progresiva de la confianza
Encuestas recientes en Rusia indican que aunque
poco a poco se instaura la confianza en la
vacuna, sigue quedando una muestra considerable
que no se fía del todo y quiere conocer más
evidencias sobre su efectividad
Sin embargo, puede que los escépticos empiecen a
convencerse después de los datos de efectividad
publicados en The Lancet, aunque siguen sin
estar disponibles algunos datos de los ensayos
clínicos y hay
muchas preguntas que el Instituto Gamaleya debe
responder.
Los más críticos acusan a los científicos de no
ser completamente transparentes, pero "el aval
de The Lancet es sin duda un gran impulso de
optimismo para la distribución de Sputnik V a
nivel mundial", dice Boldyrev.
También debe tenerse en cuenta que, aunque no
requiere las temperaturas extremas de
conservación de Pfizer, sí necesita guardarse a
temperaturas bajas, de alrededor de 8°C, y esto
puede dificultar su distribución, como de hecho
sucede fuera de las grandes ciudades en Rusia.
De acuerdo a un análisis independiente, menos de
1,5 millones de rusos han recibido la primera
dosis de la vacuna. A este ritmo, tomaría unos
tres años vacunar a la mitad de su población de
145 millones.
Oportunidad para los menos ricos
"Este es un momento decisivo para nosotros",
dijo en una entrevista a Bloomberg Kirill
Dmitriev, director ejecutivo del Fondo Ruso de
Inversión Directa, el organismo estatal que
financió la vacuna.
El gobierno ruso reporta que muchas de las ocho
millones de dosis ya fabricadas se enviarán a
aquellos países que las ordenaron hace unos
meses.
Una docena de países ha mostrado su interés.
Entre ellos se encuentran aliados de Moscú, como
Hungría o Irán, y también un buen número de
estados latinoamericanos como México,
Paraguay, Venezuela o Colombia.
En Argentina y Bolivia, de hecho, ya se ha
empezado a inocular a la población con el
compuesto ruso.
"Sputnik V llega en un momento crucial para
América Latina", asegura a BBC Mundo Vanni
Pettinà, experto en relaciones exteriores de
Rusia en el Colegio de México.
"Los países de la región no tienen tecnología
propia para desarrollar sus vacunas ni el dinero
suficiente para comprar las carísimas vacunas
privadas que han ido aprobándose", añade el
experto.
En este sentido, Pettinà pronostica que la
naturaleza estatal de Sputnik V facilitará su
distribución y compra por parte de los países
con menos recursos.
Y este hecho, indudablemente, también
favorecerá un
uso geopolítico que Putin puede utilizar muy
bien a su conveniencia.
"Al ser estatal, Putin literalmente puede
decidir cuántas dosis dar, a qué precios y a
quién. Y todo esto estará condicionado por las
evaluaciones políticas y estratégicas del
Kremlin", añade Pettinà
"Está claro que Rusia usará la vacuna como un
instrumento geopolítico para aumentar lo que
llamamos 'soft
power' (poder blando) entre estados con
menos recursos y también otras empresas privadas
a las que venda sus patentes", explica Mira
Milosevich, experta en Rusia y Eurasia para el
Real Instituto Elcano.
"Durante la Guerra Fría, el poder blando se
imponía con el deporte y el ajedrez, ahora los
rusos utilizan la vacuna", añade Milosevich.
Errores y debilidades de EE.UU. y Europa
Mientras que las primeras vacunas, como las de
Pfizer, Moderna y Oxford-AstraZeneca, recibían
el visto bueno de las autoridades médicas y
comenzaban a distribuirse e inocularse, el
optimismo se apoderaba de los países más ricos,
que comenzaban a verse más cerca del triunfo
sobre la pandemia.
La realidad ha mostrado ser más complicada.
Las farmacéuticas han experimentado notorias
interrupciones en la distribución, especialmente
evidentes en la UE, que hace unas semanas se
involucró en una sonada disputa con AstraZeneca
tras acusarle de incumplir los plazos de entrega
de vacuna.
"Occidente no tiene mucha flexibilidad para
manejar sus vacunas porque no las controla,
son productos privados, y por eso está más
expuesto al chantaje de precios y a contratos
poco transparentes", dice Pettinà.
El académico señala ciertos "errores y
debilidades" tanto de la UE como de EE.UU. que
Rusia puede aprovechar muy bien.
"La retirada de asuntos de política exterior de
EE.UU. durante el gobierno de Trump y la
complejidad y lentitud de la estructura política
de la UE abren un espacio que el Kremlin puede
usar para mejorar su imagen e influencia en
países de menos recursos", explica.
"Esto es fácil de explicar, Rusia es una
potencia oportunista y ha visto que mientras
EE.UU. y la UE priorizan abastecerse a sí mismos
y son incapaces de proveer a países menos
desarrollados, aprovecha para llevar la vacuna a
estos territorios, también en América Latina",
coincide Milosevich
"Esto hará que Rusia aumente su influencia en la
región, ya de por sí más fácil de ampliar por
las tradicionales interacciones con Cuba y otros
gobiernos socialistas del siglo XXI como Brasil,
Venezuela, Argentina o Bolivia", completa
Pettinà.
Largo historial de poderío científico ruso
Sputnik V no será el final de la investigación
contra el coronavirus. Hay dos vacunas más que
los científicos rusos están alistando.
"Una vez más, seguramente habrá cuestionamientos
sobre la veracidad de los datos científicos que
acompañen a los anuncios de eficacia", apunta
Boldyrev.
A pesar de las dudas y del secretismo ruso,
Pettinà cree que no se debe infravalorar el
historial científico y tecnológico de este país
"El secretismo está muy vinculado a la herencia
de seguridad soviética, pero no debe olvidarse
que Rusia fue una potencia durante la Guerra
Fría y que sigue
invirtiendo mucho en ciencia y tecnología".
Que la vacuna rusa funcione y tenga tanta
eficacia es sin dudas una gran noticia para el
mundo, pero, al igual que las otras vacunas, no
se libra de las muchas interrogantes que siguen
abiertas.
¿Cuánto durará la protección? ¿Será también
efectiva contra las nuevas variantes más
contagiosas que emergen en el mundo?
Todo parece indicar que aún es una incógnica el
tiempo que queda en la lucha contra la pandemia.
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