La incompetencia y el descuido de una administración
pública son hechos graves. La crueldad deliberada y
la bajeza de ciertos gobernantes, por otro lado, son
taras que reflejan hasta qué punto los seres humanos
pueden ser destructivos. Es en la confluencia de la
incompetencia, el abandono y la crueldad que la
tragedia reside en Manaos y en el interior de la
Amazonía.
La muerte de decenas, tal vez cientos de brasileños,
por falta de oxígeno es una ironía macabra; después
de todo, el estereotipo más conocido de la Amazonía
es el "pulmón del mundo". Sin embargo, esta
catástrofe, que nos revuelve y entristece, no es de
extrañar. Es la culminación de varias décadas de
gobiernos populistas y corruptos en Amazonas. En el
contexto político actual, la crueldad, la mentira y
la bajeza son más flagrantes y deletéreas.
El gobernador
de Amazonas es un ex locutor de radio que se ha
lanzado en paracaídas a la política. En 2018, aún en
el aire, se postuló para el gobierno y se sumergió
en la ola engañosa y fangosa de la “nueva
política”. No puede explicar al Tribunal de Contas
do AM la exención fiscal otorgada a Eneva, empresa
que explota gas natural en Campo do Azulão, entre
los municipios de Silves e Itapiranga. En junio del
año pasado, su exsecretario de salud fue arrestado
por supuestamente sobrevalorar la compra (sin
licitación) de respiradores.
El Amazonas
solo es exótico para quien no lo conoce. Exótico es
el gobierno que compra respiradores en una tienda de
vinos. Ese mes, la Policía Federal y el MPF
registraron la residencia del gobernador y
bloquearon sus bienes. Este es el rostro de la
“nueva política” en Amazonas: una versión del mismo
populismo insidioso, pero ahora con aires de
jovialidad y falsa religiosidad
La tragedia en
la Amazonía no se limita a la destrucción del bioma
y la invasión de tierras indígenas. La desigualdad
social en Manaos es obscena. Más del 50% de los
hogares de esa ciudad no tienen acceso a saneamiento
básico. Además, la tasa de violencia es muy alta y
el IDH es vergonzoso.
Antes del
Mundial publiqué una crónica (“Nuevos estadios,
vieja miseria”), en la que critico la construcción
de obras faraónicas e inútiles. El gobierno actual
da la bienvenida a la plataforma de exploración de
gas en Campo do Azulão, pero hay falta de oxígeno
para los bebés, para los pacientes con insuficiencia
respiratoria y para los pacientes con Covid-19.
Mi tristeza no es mayor que mi indignación. Nací,
pasé mi infancia y primera juventud en una hermosa
ciudad, en armonía con la naturaleza que la
rodeaba. Un Manaus digno, donde había pobreza, pero
no esa extrema miseria y violencia, consecuencia de
la miseria moral de los poderes públicos. En este
sentido, Manaos y Amazonas reflejan lo peor de la
política brasileña. El pueblo amazónico ha sido
víctima de abandono, humillación, engaño, crueldad
durante décadas. Morir por falta de oxígeno es la
culminación de este ejercicio de crueldad. Sigue
siendo una tortura, que siempre ha sabido (y sabe)
utilizar su lógica y logística. |