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La usurpación de Malvinas: un gobernador indeciso,
el poderío inglés y unas islas demasiado indefensas |
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Hace 188 años que Gran Bretaña usurpó las Islas. Los
detalles de aquellos tres días de enero de 1833, en
los que comenzaría una larga historia de reclamos,
que hasta incluyó una guerra
Lo primero que atinó a preguntar el gobernador
interino José María Pinedo al capitán inglés John
James Onslow es si había guerra entre Buenos Aires e
Inglaterra. En definitiva, vivir en las islas lo
había sometido a un alto grado de aislamiento en el
que las noticias llegaban con meses de retraso,
cuando llegaban.
Ese miércoles 2 de enero de 1833 por la mañana había
aparecido en Port Louis -45 kilómetros al norte de
Puerto Argentino- el buque de guerra Clio, de
bandera británica. La pregunta de Pinedo fue
formulada luego que Onslow le informase que llegaba
con órdenes superiores de tomar posesión del
archipiélago, y que lo hacía en nombre del rey Guillermo
IV. “No renunciéis nunca a una cabeza de alfiler
que tengáis el derecho de guardar y que creáis poder
guardar”, era un principio del entonces secretario
de exteriores Lord
Palmerston.
Onslow obedecía órdenes de la estación naval de su
país, asentada en Brasil. Allí había llegado el
mensaje de Inglaterra de que el
monarca vería con agrado el envío de un buque a las
islas y que ejerciese la soberanía y su custodia. Sus
instrucciones incluían la construcción de un fuerte,
y que tal vez podría usarse los restos de la
fortificación española de 1774. En caso de
encontrarse con habitantes ingleses, debía
censarlos.
Con sus órdenes precisas, Onslow partió
de Río de Janeiro el 29 de noviembre. El
20 de diciembre ingresó a Puerto Egmont. En las
ruinas que allí encontró, el 23 izó la bandera con
una inscripción en la que anunciaba la presencia del
buque Clio con el propósito de ejercer la soberanía.
Fue recorriendo la costa sin hallar pobladores y así
el 2 llegó a la altura de Puerto Luis, y ancló en la
bahía.
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El inglés le confirmó al sorprendido Pinedo que no
había guerra y lo intimó a que arriara la bandera
argentina, que retirara sus fuerzas y que abandonara
las tierras. En caso de encontrar resistencia, tenía
la orden de actuar con la violencia necesaria.
Pinedo, de 38 años, teniente coronel de la
marina, era un veterano de las guerras de la
independencia y de la del Brasil. Desde octubre de
1829 era el comandante de la Sarandí y había llegado
a las islas en 1832 llevando al gobernador interino,
el francés José
Francisco Mestivier, ya que Luis
Vernet se hallaba en Buenos Aires. El 30 de
noviembre, luego de un motín, Mestivier fue
asesinado y Pinedo quedó
como gobernador interino.
Ante el ultimátum, Pinedo reunió a sus oficiales, la
mayoría eran ingleses, salvo cuatro marineros y seis
muchachos “capaces de nada”, según declaró en Buenos
Aires; de sus 14 soldados, había tres ingleses,
según remarcó más tarde. El teniente graduado Roberto
Elliot lo desmintió en parte al afirmar que
todos eran norteamericanos salvo el piloto práctico,
que sí era británico.
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Portada del primer reclamo de la diplomacia
argentina a Gran Bretaña.
El jueves 3 por la mañana embarcó a la tropa. Dejó
en tierra al capataz Juan Simón al cuidado de la
bandera argentina, que aún flameaba en el
mástil. A las 9 aparecieron tres botes con ingleses.
Se dirigieron al caserío, instalaron un nuevo mástil
e izaron
la bandera británica. Luego, Pinedo desde su
barco vio como un oficial, acompañado por un
soldado, arriaba la argentina y se la alcanzaba al
buque. Con total descaro, el inglés le dijo que
devolvía una bandera que habían encontrado en
territorio de su majestad.
El 4 de enero, a las cuatro de la tarde, sin haber
disparado un solo tiro, Pinedo dejó las islas. Ese
atardecer divisó por última vez las costas de
Malvinas.
El 14 Onslow también
partió rumbo al Río de la Plata. Dejó encomendado al
despensero irlandés William
Dickson -a su juicio el súbdito más respetable
que encontró y que originariamente había sido
contratado por Vernet-
que todos los domingos izase la bandera o bien lo
hiciese en presencia de algún buque.
El 15 de enero la Sarandí recaló en el puerto de
Buenos Aires. “¡Viva
la Fuerza!” tituló la Gaceta
Mercantil, comentando que la ocupación había
sido hecha “por
el derecho del más fuerte” y que Pinedo había
tenido que ceder ante “la
razón de los cañones”.
Pinedo fue sometido a una corte marcial. Se
defendió argumentando que no tenía instrucciones
sobre cómo proceder en caso de ser atacado. Entre
fusilarlo y expulsarlo, se decidió por lo último,
pero por irregularidades en el proceso, el
fallo fue anulado y meses después reincorporado
al servicio. Falleció en 1885.
Fueron unos fatídicos quince minutos, que es lo que
duró el cambio de banderas, con redobles de tambores
incluidos. Quince minutos que para la Argentina ya
llevan 188 años.
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Sábado 02 de Enero de
2021 |
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