El vínculo entre el mandatario argentino Javier Milei y el
presidente brasileño Luis Ignacio Lula da Silva, está roto.
Nunca pautaron un encuentro, ni siquiera conversaron por
teléfono, y las primeras definiciones del presidente
brasileño sobre el libertario argentino expusieron una
crisis diplomática latente y un pedido de disculpas por
haber dicho “muchas tonterías”.
Ante la inminencia de la Cumbre del Mercosur, que se llevará
a cabo el próximo 8 de julio en Asunción, Milei
finalmente decidió no dar la cara, no asistir al encuentro. Uno
de los motivos de su ausencia, según argumentó, fue el cruce
que tuvo con Lula, a quien llamó corrupto y comunista..
«¿Qué le dije? ¿Corrupto? ¿Acaso no fue preso por corrupto?
¿Y qué le dije? ¿Comunista? ¿Acaso no es comunista? ¿Desde
cuándo hay que pedir perdón por decir la verdad? ¿O
estamos tan enfermos de corrección política que a la
izquierda no se le puede decir nada, aún cuando sea verdad?«,
había dicho Milei en una entrevista en La Nación+.
Si bien la acritud de las relaciones presidenciales tienen
siempre una causa de origen, traen acarreadas sus
consecuencias, entre ellas un nuevo golpe a las
posibilidades de reencauzar la integración regional en la
próxima reunión del Mercado Común del Sur (Mercosur). Los
analistas argentinos coinciden que Milei se empeña en dañar
la relación con Brasil, quizá siguiendo directivas de
Estados Unidos.
La respuesta de Milei se asemeja a las que ha dado en
anteriores ocasiones ante los pedidos de disculpas de otros
gobiernos y gobernantes atacados por él, como el del español
Pedro Sánchez, el mexicano Andrés López Obrador o el del
colombiano Gustavo Petro.
Apenas días después de la visita de William Burns, jefe de
la central estadounidense de inteligencia CIA, el
ultraderechista Milei se embarcó en un grotesco ataque a los
mandatarios progresistas de la región, en un evidente
intento de atentar contra los procesos de integración
regional. Las relaciones diplomáticas del gobierno argentino
han dado un vuelco rotundo desde la llegada de Milei a la
presidencia, especialmente en lo que hace al vínculo con los
líderes de países como Brasil, Venezuela, México y Colombia.
Los presidentes de México, Andrés Manuel López Obrador, y de
Colombia, Gustavo Petro, respondieron a los ataques de su
par argentino, quien se ganó el mote de “desintegrador”.
Andrés Manuel López Obrador, recordó que Milei «se atrevió a
acusar a su paisano Francisco de ser ‘comunista’ y
‘representante del Maligno en la tierra’, cuando se trata
del Papa más cristiano y defensor de los pobres que yo haya
conocido o tenido noticia».
Milei no se cansa de mencionar a Moisés (a pesar de que no
era un liberal, sino un dictador que distribuyó a dedo
tierra ajena, jamás en régimen de propiedad privada), pero
no cita a Jesús porque es demasiado comunista para su gusto,
dice el uruguayo-estadounidense Jorge Majfud en “La
dictadura de nuestras orgullosas democracias”.
Desintegrar, al consigna
Lula le hizo una singular recomendación a Milei: ningún
presidente “creará cizaña entre Brasil y Argentina” porque
“el pueblo brasileño y el pueblo argentino son más
importantes que los presidentes”. Por eso, agregó, “si el
presidente de Argentina quiere gobernar Argentina, está
bien. Pero que no intente gobernar el mundo”. La respuesta
de la presidencia argentina fue negar un contrapunto entre
ambos mandatarios e insistir con que Milei no tiene “nada de
qué arrepentirse”.
Milei rechazó disculparse con su par brasileño y redobló la
apuesta: «Le dije corrupto y comunista, ¿acaso no lo es?».
Dijo que Lula «tiene el mismo mecanismo de Petro y Sánchez»
y lo acusó de «meterse activamente en la campaña electoral
nuestra». «Lo que yo dije de Lula es cierto», insistió.
Milei desarma una construcción que ayudó a industrializar el
país, convirtió a Sudamérica en zona de paz y colaboró en el
reclamo argentino por la Cuestión Malvinas. Más allá de su
decisión política de vivir en recesión, esta destrucción de
la cooperación e integración regional es otra herramienta de
Milei para pelearse con sus vecinos, pero sobre todo con
Brasil.
A mediados de abril los cancilleres Diana Mondino y Mauro
Viera se reunieron en Brasilia. Hablaron de todos los temas
de la agenda de relaciones bilaterales y acodaron darle un
impulso al Mercosur, con la relación entre los Presidentes,
en la mira. Allí se acordó relanzar las relaciones
bilaterales en el comercio, apostar a una mayor integración
fronteriza, ampliar los acuerdos del Mercosur con otros
bloques y países. Quedó
pendiente el debate por la ampliación del acuerdo de libre
comercio con la Unión Europea y con el EFTA (Noruega,
Liechtenstein, Islandia y Suiza) y
superar las diferencias ideológicas entre los presidentes.
Los cancilleres abordaron cuestiones relacionadas a
la «infraestructura fronteriza, cooperación energética y de
defensa, Hidrovía Paraguay-Paraná e integración». Allí se
mencionó la posibilidad de avanzar con las obras
de infraestructura desde Vaca Muerta hasta la frontera con
Brasil para exportar gas en el futuro. Y se destacó la idea
de reforzar la seguridad en las fronteras.
En un comunicado de la Cancillería de Brasil se detalló que
Mondino y Vieira discutieron de «las relaciones
argentino-brasileñas marcadas por la intensidad de
los flujos de inversión y comercio; emisión y recepción de
gran número de turistas y estudiantes; y la cooperación en
sectores estratégicos como la defensa, la seguridad, la
energía convencional y nuclear, y la ciencia, la tecnología
y la innovación».
El progresista presidente de Brasil y el anarcocapitalista
mandatario argentino todavía no han mantenido una
conversación aunque este último gobierna hace ya casi siete
meses.El inicio de “la extrema frialdad” remonta a la época
de la campaña electoral argentina, cuando Milei hizo una
reseña ofensiva de Lula: lo calificó de “corrupto y
comunista” y amenazó con romper relaciones, un gesto por
demás antidiplomático.
Y usó como factor de justificación de sus opiniones la
“prolongada prisión” entre abril de 2018 y noviembre de 2019
sufrida por el jefe de Estado. “No he hablado con el
presidente de Argentina porque creo que [antes] tiene que
disculparse con Brasil y conmigo, ha dicho muchas tonterías,
solo quiero que se disculpe”, explicó Lula durante una
entrevista.
“La Argentina es un país muy importante para Brasil, y
Brasil lo es para Argentina. No es un presidente de la
República el que va a crear cizaña entre las dos naciones:
el pueblo argentino y el pueblo brasileño son más
importantes que sus presidentes”, añadió. No se conoce la
opinión de Milei al respecto.
Si bien ambos asistieron a la reunión del G-7 en Italia,
allí apenas intercambiaron un saludo protocolar. Ahora, las
expectativas están puestas en los próximos días 7 y 8 de
julio cuando tendrán su primera reunión formal, salvo
sorpresa, en la cumbre que los países del bloque Mercosur
celebrarán en Asunción del Paraguay.
Lula respondió que no conversó con el presidente argentino
sobre ese tema porque aún esperaba el pedido de retracción
por los insultos recibidos hace no mucho en una entrevista
con Jaime
Bayly en noviembre de 2023, donde adelantó que,
como presidente, no entablaría relaciones comerciales con
Brasil.
Pero Milei no tiene en sus planes disculparse, tal y como le
pide Lula. “Está dentro de sus deseos y se lo respetamos,
pero el presidente no ha cometido nada de lo que tenga que
arrepentirse, al menos por ahora”, dijo Mauel Adorni,
portavoz del libertario presidente argentino.
Milei decidió aislar a la Argentina del resto del mundo y
despreciar a los países limítrofes, empezando por Brasil. Es
original: no hay otro caso en el planeta, señala Martín
Granovski. Milei disfrutó como un niño yendo al Facha-Fest
de Vox, pero se peleó con el primer ministro de España,
segundo país por origen de inversiones en la Argentina
después de los Estados Unidos.
Se plantó ideológicamente con una declamada alineación
respecto de los Estados Unidos e Israel y coqueteó con la
OTAN para meter a las Fuerzas Armadas en Ucrania. Como si
todo esto fuera poco, Milei también desairó a China, uno de
los dos principales socios comerciales. Dijo que no
negociaría de Estado a Estado con Xi Jinping, decisión que
no podrá.
Y mientras los cancilleres del gobierno anterior habían
negociado el ingreso argentino a los Brics, que debía
concretarse el 1° de enero, el libertario avisó a Brasil,
Rusia, India, China y Sudáfrica que no integraría el grupo.
Su partitura parece ser la de aislar a la Argentina de un
sistema de alianzas que, antes de la incorporación de otras
naciones, en su conformación original ya representaba el 42
por ciento de la población mundial y explicaba el 16 por
ciento de las exportaciones y el 15 por ciento de las
importaciones planetarias.
Aun cuando no le guste a Milei, Lula es un político
experimentado y muy profesional. Y no solo le importan los
matices, en los hechos y en el discurso, sino que busca
expresarse con precisión. La verdad es que Lula nunca fue
comunista, y si lo hubiera sido tampoco esa palabra suele
ser usada por los presidentes como un insulto a 35 años de
la caída del Muro de Berlín.
Y la verdad es que la Justicia brasileña desarmó la causa
inventada por presunta corrupción contra Lula y lo liberó,
cosa que le permitió ser candidato y ganar las elecciones de
2022 contra un amigo de Milei llamado Jair Bolsonaro.
Milei está desargentinizando la política exterior, le está
quitando la identidad mercosurista, sudamericana, pacifista
y de rescate del derecho internacional de los derechos
humanos, despreciando el prestigio ganado con la política de
Estado de memoria, verdad y Justicia.
Pone en peligro la obtención de divisas al disociarse de
Brasil, principal destino de las exportaciones de productos
manufacturados, y China. Desatiende mercados potenciales
como Colombia, América central y África, donde la Argentina
puede llegar con tecnología agropecuaria y camionetas. Y
parece estar buscando archivar todo atisbo de realismo, una
palabra que en política internacional se asocia a la defensa
de intereses concretos más allá de las simpatías ideológicas
que despierten otros gobiernos o presidentes, añade
Granovksi
Las acciones del presidente argentino lo colocaron, eso sí,
como un referente de la ultraderecha mundial. Sin poder
alguno, porque no proviene de los Estados Unidos como Donald
Trump o de Brasil como Bolsonaro sino de un país
empobrecido, pero rutilante como un rockstar de las
alt-right.
Además de apoyar el genocidio a cielo abierto del gobierno
fundamentalista de Benjamín Netanyahu contra Palestina
ocupada, en Gaza y Cisjordania, Milei acaba de involucrarse
más con la Oraganización del Tratado del Atlántico Norte
(OTAN) y con su par de Ucrania, Volodymir Zelensky, al que
prometió ayuda militar, envío de armas y equipos, así
como ayuda humanitaria, sin especificar más.
La durísima expresión de Lula sobre Milei fue hecha al ser
consultado sobre la acogida que el gobierno argentino la dio
a los terroristas bolsonaristas condenados por el asalto a
la Cámara de Diputados y al Palacio del Planalto el 8 de
enero de 2023 en una asonada golpista.
La semana pasada la ministra argentina de Relaciones
Exteriores, Diana Mondino, entregó a la cancillería
brasileña un listado con 60 prófugos brasileños que huyeron
a Argentina, en respuesta a una consulta anterior sobre el
paradero de143 bolsonaristas buscados por la policía
brasileña por saltarse las medidas cautelares. Lula señaló
que el tema se gestiona “de la manera más diplomática
posible” y que, “si los tipos no quieren venir [a Brasil],
que queden presos allí, en Argentina”.
Milei continuó enrareciendo más las relaciones al reafirmar
todo lo que había dicho sobre Gustavo Petro y Pedro Sánchez,
que en su momento provocó que Colombia retirara a su
embajador, aunque luego por mediación de Mondino se volvió a
una tensa normalidad. En tanto, el gobierno de España retiró
a su representante diplomática de Argentina y Milei continúa
empantanando las relaciones.
Lula pide la extradición de los culpados por atentar contra
la democracia; pero no es un tema simple, ya que la
legislación argentina y del Mercosur es “restrictiva” cuando
se trata de casos políticos.
El alejamiento de ambos mandatarios no es nuevo: en
diciembre último, Milei cursó a último momento la invitación
al jefe del Ejecutivo brasileño para el día de su asunción.
Días antes había convidado al ultraderechista Jair
Bolsonaro, que no estaba en el poder hacía un año.
Esto causa extrañeza, porque a menos que se tratara de
alguien que no lee diarios, no se informa por la TV ni por
la radio, o no tiene asesores que lo mantengan al tanto,
como político Milei tenía que conocer el feroz conflicto
entre Lula y su antecesor, señala Perfil. Es más, debía
haber contado con informaciones sobre el intento de golpe de
Estado que sufrió Lula el 8 de enero de 2023, con invasiones
a los edificios del poder en Brasilia, la Capital Federal,
por parte de las huestes bolsonaristas, añade.
Por estos días se cumplieron 201 años de relaciones
diplomáticas entre Brasil y Argentina. El enrarecido clima
actual está en las antípodas al de un año atrás, cuando el
entonces presidente argentino Alberto Fernández
(peronista), viajó para reunirse con Lula por quinta vez.
Las
relaciones diplomáticas de Milei parecen complicarse estos
últimos días. Primero fueron las críticas del
mandatario libertario en contra del director para el
Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional
(FMI), Rodrigo Valdés a quien acusó de estar
vinculado con el Foro de São Paulo y de haber hecho
«la vista gorda» frente al aumento de los pasivos acumulados
en el Banco Central durante la administración de Alberto
Fernández.
Lula es consciente de que la relación con Argentina es
vital, pero quiere mantener cierta distancia con un
dirigente que le insulta y que comparte la alianza global de
ultraderecha con Donald Trump, Jair Bolsonaro y el partido
español Vox.
*Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en
Integración. Creador y fundador de Telesur. Preside la
Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y
dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico
(CLAE)
Estrategia.la
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