El Frente de Todos se dividió en el Senado entre un
bloque kirchnerista y otro de los gobernadores, pero
seguirá funcionando como interbloque a cargo de José
Mayans. Las notas fueron enviadas el último lunes y la
intención del oficialismo es quedarse con la vacante del
Consejo de la Magistratura, el organismo encargado de
seleccionar y remover jueces, que debe sumar un
legislador por Cámara para las "segundas minorías" a
partir de la aplicación de un fallo de la Corte.
Con esta división, el Frente de todos será un
interbloque integrado por el bloque "Frente Nacional y
Popular", compuesto por 21 senadores, en su mayoría
referentes de los gobernadores y presidido por Mayans; y
por "Unidad Ciudadana", con 14 kirchneristas, que será
presidido por Juliana Di Tullio.
La decisión implica un cambio pragmático de Cristina
Kirchner que pasó
de denunciar una suerte de golpe institucional del
presidente de la Corte Suprema, Horacio Rosatti, por asumir
la presidencia de la Magistratura, a ponerse en
acción para enviar consejeros y si es posible sumar uno
más.
Como sea, pese a la división de bloques el formoseño
Mayans coordinará a los dos grupos, como venía haciendo
cuando estaban unificados. Al no haber una bancada con
quórum propio, el cupo de segunda minoría recaería en
Unidad, por ser el tercer bloque más grande del Senado.
De esta manera, reclamaría el nuevo miembro del Consejo
de la Magistratura, aunque en esa bancada ya se
encuentra un consejero: Mariano Recalde. El debate que
sigue entre los bloques, si se sientan a conversar, es
definir si se renuevan los 4 cargos ahora disponibles o
se cubre la nueva vacante.
Como prueba del pacto que hubo detrás de esta ruptura,
entre los K no está la chaqueña Inés Pilatti Vergara,
una de las protegidas de Cristina y que también votó en
contra el acuerdo del FMI y también integra la
Magistratura. Reportará al grupo de peronismo
tradicional y la explicación oficial es que representa a
una provincia gobernada por un oficialista.
El único sin tierra de los "nacionales y populares" es
el correntino Carlos Espínola, quien no quiso de jefa a
Di Tullio. Si la aceptó el salteño Sergio Leavy, uno de
los que habla seguido con el presidente.
La división fue definida por Mayans y la vicepresidenta,
previos llamados de todos los dirigidos, y la nota fue
presentada el lunes temprano, antes de que la Corte
ratificara la vigencia del fallo que vuelve a la
Magistratura a la composición de 1997.
La decisión del máximo tribunal estaba suspendida por
otro de un juez de Paraná. Consistía en pedirle al
congreso 120 días para aprobar una nueva ley que
equilibre la representación de políticos y estamentos,
como se llama a los jueces, académicos y abogados.
Como el plazo no se cumplió, la Corte pide que el
Consejo vuelva al formato de 20 miembros, hay que elegir
un representante por la "segunda minoría" de cada
Cámara, el PRO se la adjudicó este martes en el Senado y
lo pidió para
Luis Juez. No sabían que la composición del Senado había
cambiado, que el tercer bloque en número es Unidad
Ciudadana y el primero el de los gobernadores. Sólo
habría lugar par un consejero radical.
Fuentes del oficialismo aseguraron a LPO que la
estratégica división no impedirá la unidad para votar
leyes del Gobierno, pero sí habrá agenda dividida por
tema. "Tendremos agendas separadas y nos uniremos cuando
haga falta", resumieron.
"Vergonzosa e impostada división del bloque de senadores
del Frente de Todos para robarse un lugar en el Consejo
de la Magistratura", tuiteó molesto el radical Alfredo
Cornejo, jefe del interbloque de Juntos por el Cambio,
que reúne 33 miembros repartidos entre varias fuerzas.
La más grande es la UCR con 18 miembros, 3 menos que el
flamante Frente Nacional y Popular. El PRO tiene 9, a 5
del kirchnerismo. Hay varios bloques sueltos que
reportan a JxC que bien podrían unirse para imitar la
maniobra peronista, pero no llegarían a los números de
los nuevos oficialismos. Claramente, hubo un poroteo
fino
Y si UCR y PRO armaran una sola bancada serían la más
grande, pero le regalarían la segunda y tercera minoría
a los peronismos. Además, se suma otro problema: la posibilidad de
definir los consejeros con una junta de firmas, una
tómbola en la que el oficialismo tiene las de ganar
porque puede reunir una mayoría propia con aliados.
De hecho, este lunes también presentó una nota ante
Cristina el rionegrino Alberto Weretilneck, que cuenta
con un monobloque y suele ayudar al Frente de Todos a
tener quórum propio.
Le pidió que no nombre nuevos consejeros hasta tanto se
defina el criterio de selección, similar a la que esta
tarde el jefe del oficialismo en diputados Germán
Martínez le acercó a Massa.
En el Senado la unión de bloques para elegir consejeros
no es un uso y costumbre (aunque en 2018 los aliados de
Santiago se quedaron con un consejero mediante esa vía),
pero por si acaso habrá un debate reglamentario en la
Comisión de Asuntos Constitucionales, a cargo del jujeño
Guillermo Snopek, que integra el bloque kirchnerista.
Esta discusión será clave para cuando haya que renovar
los otros tres senadores que hay en la Magistratura, que
vencen su mandato en noviembre.
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