Alberto Fernández necesita que el
Congreso ratifique el acuerdo con el Fondo Monetario
Internacional para darle validez jurídica en el país y
permitir que sea considerado un compromiso válido.
Fuentes legislativas del oficialismo confirmaron a LPO
que están al tanto de esta herramienta y esperan un
diálogo con Martín Guzmán en las próximas horas para
unificar una posición.
La participación del Congreso fue
definida en la ley 27612 sancionada en febrero de 2021,
enviada por Guzmán a poco de asumir por presión de
Cristina Kirchner, quien no conforme con el texto
original incorporó un artículo para que la deuda en
moneda extranjera no pueda utilizarse en gastos
corrientes.
Fue una
propuesta en comisión de la senadora Anabel
Fernández Sagasti, aceptada por todas las fuerzas
políticas. De esta manera, un memorándum con el FMI debe
dejar claro que cada dólar que ingrese se gastará en la
cancelación de pasivos externos y no será convertido a
peso para cubrir el rojo del tesoro, práctica cotidiana
durante el gobierno de Mauricio Macri.
El artículo 3 de la norma confirma
que los legisladores tienen la última palabra: "Dispónese
que todo programa de financiamiento u operación de
crédito público realizados con el Fondo Monetario
Internacional (FMI), así como también cualquier
ampliación de los montos de esos programas u
operaciones, requerirá de una ley del Honorable Congreso
de la Nación que lo apruebe expresamente".
Significa que un acta de intención
que Guzmán firme con Kristalina Gueorguieva debe luego
incorporarse a un proyecto de ley y aprobarse por ambas
cámaras para que los compromisos asumidos por el país
sean de cumplimiento obligatorio por el presidente.
Es un trámite habitual con los
tratados bilaterales, refrendados en proyectos de ley
que en sus artículos señalan "ratificase" tal convenio y
se lo adjunta en su totalidad, con copia fiel del
original. Los legisladores lo aprueban o lo rechazan,
pero no pueden modificarlo. Los cabilderos de las
embajadas suelen recorrer los despachos o la cancillería
para reclamar por algún viejo acuerdo olvidado en los
cajones del Congreso.
Hasta ahora las cartas de intención
con el FMI omitieron la vía legislativa, aun cuando la
Constitución le asigna al Congreso la función de
"arreglar el pago de la deuda interior y exterior de la
Nación". Los gobiernos se escudaron en que la ley de
administración financiera los habilita a negociar por su
cuenta con organismos internacionales
Las oposiciones de turno siempre
cuestionaron esta trampita, pero como el proyecto de
presupuesto de cada año incluye como pautas de
financiamiento los créditos vigentes, los legisladores
tienen esa chance para echar atrás alguno que no les
convenza. Por lo general, nunca dan ese paso, porque
cuando llega ese debate los fondos ya se están
gastando.
En 2018, por caso, Macri no envió el
acuerdo con el FMI al Congreso, pero el presupuesto
sancionado ese año incluyó los compromisos allí asumidos
y el dinero recibido. Y ambas Cámaras lo aprobaron, con
el voto de los peronistas que respondían a los
gobernadores.
La ley sancionada hace un año cambia
el orden de los factores y el presidente no puede
ignorar al Congreso cualquier carta de intención que
firme con el FMI, porque los juristas de Washington
podrían considerarla incompleta con una simple revisión
de la legislación local. Entenderían que sin una ley,
queda la puerta abierta para que cualquier jefe de
Estado argentino incumpla algún compromiso cuando se le
ocurra.
Guzmán informó a los legisladores
sobre la marcha de la negociación en varias ocasiones
durante 2021, siempre con la premisa de evitar del
default y alcanzar una "previsibilidad financiera"
necesaria para planificar el país. En agosto
asistió a una reunión de la bicameral de deuda y en
diciembre tuvo varias reuniones privadas en su despacho
con los líderes de los oficialismo.
En todos los casos, dejó claro que su
intención era patear los vencimientos a 10 años,
convencido de que hay margen para tener 4000 millones de
dólares de saldos comerciales favorables cada año. Fue
lo que consiguió, con una refinanciación a dos años y
medio en la que no deberá pagar.
En el oficialismo nunca rechazaron su
optimismo, pero siempre temieron en que las pautas
fiscales exigidas compliquen el crecimiento. Georgieva
logró que Guzmán bajara el déficit fiscal del 3.3 puntos
del PIB que contemplaba el presupuesto a 2,5, menos de
lo que exigía en las primeras negociaciones, pero nada
fácil de cumplir.
"No sé dónde más quiere ajustar. El
62% es gasto social. Los sueldos y las jubilaciones
están bajísimos. ", repetían esta semana algunos
legisladores kirchneristas que seguía las
conversaciones. El comunicado del Fondo sugirió un
recorte en los subsidios a los servicios públicos, otra
de las grandes partidas.
Otro duda es las garantías que
tendrán los otros acreedores para cobrar a tiempo,
después de la reestructuración de 2020. El presupuesto
rechazado contempla 10 mil millones de dólares para el
pago de deuda e ignoraba los compromisos con el FMI, que
sólo este año duplican esa cifra.
"Guzmán va tener que explicar cómo le
paga a los demás acreedores si acuerda con el FMI.
Porque si pone en riesgo otros compromisos, tendrá un
problema mayor", advierten en el oficialismo.
Cristina Kirchner habló este asunto
con varios senadores en los últimos meses, pero a
ninguno le dio una definición categórica de los pasos a
seguir y sólo lo hará cuando vea los papeles que Guzmán
quiera firmar.
Sabe que de poco sirven si los
legisladores oficialistas no los aceptan. "Hay un tema
político que es claro: a Macri no podían darle más de 20
mil millones y firmaron por 57. Ahora no pueden exigir
lo que no podemos hacer", señalan en el Congreso.
Después del anuncio de Alberto,
Sergio Massa fue el primero en
apoyar públicamente, le siguieron varios diputados
cercanos a gobernadores como los entrerrianos Marcelo
Casaretto y Carolina Gaillard, pero también hubo voces
en contra como las de la recién asumida
Natalia Zaracho, ligada al movimiento de
recolectores.
También rechazaron el acuerdo Juan
Carlos Alderete, un aliado del PCR junto a Verónica
Caliva, que aunque integran el Frente de Todos nunca
votan leyes vinculadas a la deuda. Si Juntos por el
Cambio vota a favor, como anticipó, serán rebeliones
menores.
En el Senado la vicepresidenta
controla el bloque del Frente de Todos, aunque hay
varios de sus miembros que tienen como jefe directo a un
gobernador y un llamado de Alberto podría ablandarlos.
Nadie imagina ese escenario, aunque podría haber más de
un gesto de disconformidad.
Cristina retornaba este viernes desde
Honduras, donde hizo críticas explícitas al FMI, y se
espera un pronunciamiento después de su arribo. No había
hasta esta tarde comunicados institucionales de los
bloques oficialistas con un respaldo al presidente.
Un tema que aqueja a las provincias
son la deudas en dólares que tomaron en 2016 y no
podrían renovar si el clima financiero se enrarecía
demasiado. Fue asunto de conversación en una de las
reuniones de Guzmán con los senadores y habría sido una
de las motivaciones del jujeño Gerardo Morales para
ablandar a Juntos por el Cambio. Con el anuncio de
Alberto,
logró que emitieran un respaldo explícito
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